A lo largo de mi carrera siempre he intentado hacer muchas pequeñas cosas bien de forma constante, ¡mucho antes de que se hablara tanto de las "ganancias marginales" en el ciclismo y las ciencias del deporte! Entrenar tan intensamente día tras día significaba que muchas de esas pequeñas cosas podían suponer un aumento significativo del rendimiento. Ya fuera asegurándome de darlo todo en el velódromo para conseguir hasta el último vatio, superando siempre mi marca personal de sentadillas en el gimnasio o haciendo intervalos tan intensos que me ponía verde al salir de la bicicleta estática, a lo largo de los años demostramos que ese pequeño porcentaje extra de esfuerzo y preparación realmente sumaba. Esa atención a cada detalle es lo que hace que un atleta y un equipo tengan éxito. Desde el punto de vista de la ciencia del deporte, eso significaría mejorar nuestra fisiología en la medida de lo posible durante el entrenamiento, maximizar las adaptaciones al entrenamiento optimizando la recuperación con la nutrición adecuada, ajustar correctamente nuestras bicicletas para que sean biomecánicamente sólidas y trabajar con los mejores psicólogos deportivos para mantenernos centrados y confiados en nuestras capacidades. Siempre estábamos abiertos a probar nuevas tecnologías para encontrar una ventaja adicional. En Londres 2012 desarrollamos unos "hot pants" (pantalones calefactables) que nos poníamos después del calentamiento y antes de competir, para mantener las piernas a la temperatura óptima para la carrera. Esa sensación de estar totalmente preparado el día de la carrera, sabiendo que no había nada más que pudieras haber hecho, te daba esa confianza y te hacía sentir relajado y listo para competir. Para todos, el día de la competición suponía una enorme presión, el verdadero trabajo duro ya estaba hecho, solo tenías que juntarlo todo y confiar en que habías maximizado tus ganancias todo lo posible. En los cuatro años que estuve trabajando para unos Juegos Olímpicos, lo que hice durante el entrenamiento tuvo tanto impacto como lo que hice durante él. Desde lo que comía hasta cómo dormía, pasando por el cuidado de mi salud en general. Hice todo lo que pude para evitar enfermedades y lesiones, lo que significaba usar geles para las manos, no tocar los botones de los ascensores ni los pasamanos y barandillas, intentábamos evitar el contacto con cualquier cosa que pudiera provocarnos una enfermedad, sobre todo en los días previos a la competición. Llevábamos nuestros propios colchones y almohadas a todas las competiciones importantes para asegurarnos de mantener una buena calidad de sueño. La nutrición era algo más que una ganancia marginal; era la piedra angular de mi rendimiento. Comer lo suficiente durante las tres sesiones de entrenamiento diarias era difícil, ¡y me costaba una fortuna! La dieta que necesitaba no era nada espectacular, pero tenía un montón de buenos componentes básicos: proteínas de calidad (sobre todo animales y lácteos), una mezcla de fuentes de carbohidratos para reponer los niveles de energía, grasas buenas y una variedad de frutas y verduras para mantenerme sano. Entrenar mucho en interiores a menudo implicaba sudar la gota gorda, por lo que mantenerse hidratado era fundamental. ¡No iba a ningún sitio sin una botella de agua y un tubo de GO Hydro! Escrito por Sir Chris Hoy